viernes, 6 de mayo de 2011

El ultimo que saco del baul...promesa

El viaje de San Pedro

Puerto de la Cruz, Tenerife.

19/10/2003

Ya había terminado el café. Espere que Carlos terminara el suyo y salimos a dar una vuelta. Un buen tipo Carlos. Su padre, un militar retirado. Franquista supongo. Con un hijo acobardado, hermano de hijos mas celebres de Don Javier. De todas las veces que me quede en lo de Carlos nunca llegue a ver a Don Javier. Era lógico, yo solo me podía quedar cuando el padre de Carlos se iba a Barcelona.

Dimos un par de vueltas en el twingo verde de Carlos. Siempre estaba interesado en contarme la historia de cada sitio al que íbamos. Ya al final se había puesto bastante tedioso, pero vamos, el me estaba dando donde dormir. Fingir interés tampoco me iba a matar.

Llegamos a la casa de un amigo.

_Que pasa???.-

_Hola, el es un amigo, es uruguayo.

_Hola, que tal_ dije

Hola, pasen. Encantado_ Dijo el amigo de Carlos que no tuvo la cortesía de presentarse.

Estaba con otro amigo, bastante más joven que Carlos y que yo incluso. Estaban alrededor de una planta, un cactus. Estuve a punto de decir que era una tuna pero:

Qué lindo cactus_ dije mintiendo. Los cactus no son lindos. A lo sumo serán exóticos o raros, hasta pintorescos…pero lindos no.

Se llama San Pedro_ Dijo Carlos y prosiguió. Me lo trajo una amiga desde Chile, y yo se lo regale a él. Dijo señalando a su amigo; podría haberlo llamado por el nombre así yo me enteraba. En fin.

Siguió Carlos con su discurso. El (amigo sin nombre) preparó aguacoya, es como un té. Es suave y te hace sentir muy bien. Ves cosas increíbles.

_Es un alucinógeno?_ dije preguntando una obviedad.

_Si. Pero es de los suaves, no te va a pasar nada malo.

Ni loco me iba a tomar un te cocoya o como se llame con un tipo que grita cuando ve una cucaracha, con otro que no sé el nombre y con otro más al cual ni siquiera escuche hablar.

De todas formas lo probé.

Al principio…nada. En los minutos que siguieron sentí que el corazón se me aceleraba, las caras que veía eran difusas, se perdían, cambiaban de color. No podía controlar nada de lo que hacía. De todas formas me sentía bien, me sentía mejor que nunca..

Mierda¡¡¡ grite riendo.

Me sentí realmente bien, no me acordaba ni porque estaba en esa casa. Al rato todo fue más calmo…la sensación de bienestar no se iba pero estaba más controlado.

Hacía mucho que vagaba por la isla…bueno mucho, no sé, bastante. Ya nada tenía mucho sentido, había dejado de preocuparme. Todo se podía acabar de un momento a otro. Que importaba después de todo. Ya nada importaba. Me sentía bien, respiraba, sentirse bien y respirar es importante. Principalmente cuando es lo único que se puede hacer. Que buen tipo este Carlos, y su amigo sin nombre, un tipo pintoresco. No sabía dónde estaban, ni siquiera sabía si alguna vez existieron. Qué más da, me sentía bien. Estaba en un buen sillón, cómodo, sintiéndome bien. Solo, estaba solo. Siempre estamos solos. Cada tanto, con suerte, nos cruzamos con alguien que nos acompaña un rato. Pero al final esa persona sigue su camino y vos el tuyo. No sabía que iba a hacer. Hoy tenia donde dormir. Mañana? No sabía. Me inquietó un poco. Ya no me sentía bien.

La guardia civil está a la vuelta de la esquina. Siempre paran a los coches buscando droga los sábados de noche. Nunca tocó que pararan el coche en donde yo iba. Y si pedían documentos? Yo no tenía nada, era un nadie en medio de la nada. Me empecé a angustiar, la respiración se me agitaba.

Todo duró una hora o dos, todos volvimos. Estábamos contentos y acobardados. Mas o menos como habíamos llegado.

No hay comentarios: